La actividad humana puede hacer que lugares distantes se vean muy parecidos, haciendo difícil distinguir sus historias o identidad. Este proceso es conocido como homogeneización, y su presencia es grave para las localidades que, como Tomé, apuestan por el turismo para su desarrollo.
AUTOR: SEBASTIÁN HENRÍQUEZ
EDITORAS: ALEJANDRA YOBÁNOLO Y JAVIERA ZÁRATE
¿Qué hace un/a niño/a de 12 años cuando va a la playa?
Podemos apostar con seguridad a que juega con arena, junta conchitas o se entretiene escapando de las olas. A nadie se le ocurriría pensar que un niño pudiera encontrar un dinosaurio al salir del agua.
Pero así le pasó a Roberto Gajardo, un chico de 12 años, que un día cualquiera del verano en 2003 encontró en la arena unos huesos que resultaron tener más de 65 millones de años. Los restos resultaron pertenecer a un plesiosaurio que, en estricto rigor, es un tipo de reptil marino que existió en los periodos jurásico y cretácico, y que no forma parte del mismo grupo que los dinosaurios.
¡Vaya descubrimiento el de Roberto! Sobre todo, porque fue el primero de una serie de hallazgos de antiguos reptiles marinos en la zona de Penco, Tomé y la isla Quiriquina. Uno de los más completos se descubrió en 2010 en Cocholgüe, una caleta de Tomé, y fue especialmente notorio porque resultó pertenecer a una especie nueva, el Aristonectes quiriquiniensis.
Ahora se sabe que en la bahía de Talcahuano vivieron durante millones de años estos animales. Lamentablemente, los restos del Aristonectes local, no reposan en Cocholgüe, ni en Tomé, ni siquiera en el Museo de Historia Natural de Concepción, que está en una plaza donde sí hay dinosaurios. El esqueleto está guardado en un museo de Santiago.
Hace un tiempo, el presidente de la Coordinadora Regional del Medio Ambiente, Roberto Francesconi, junto a vecinos de la caleta, pidieron al Consejo de Monumentos Nacionales que los restos fueran declarados patrimonio y que volvieran a la zona. “Tienen un valor educacional invaluable”, dijo Francesconi.
Al municipio de Tomé le interesa que el plesiosaurio vuelva a casa, además, por el desarrollo del turismo. Esto, ya que no es común que un bañista comparta el mar con un reptil de hace 65 millones de años, haciendo del hallazgo una buena oportunidad para destacar a Tomé entre los balnearios chilenos.
Según Javier Ramírez, docente de la Universidad de Concepción y magíster en arte y patrimonio, no es la primera vez que algo así ocurre en la zona. “Tomé se puede definir como una ciudad en proceso de transformación y transición, que deja atrás su histórico pasado, para transformarse en una ciudad enfocada principalmente al desarrollo de turismo, de acuerdo a las necesidades de los tiempos actuales”, declaró.
Y es que Tomé ha sido puerto, caleta de pescadores, centro de fábricas de telas y hasta de molinos. Todo este proceso ha ido moldeando su historia, y en la comuna es posible encontrar aún huellas de todo este pasado.
Según Ramírez, son de interés la línea del ferrocarril, los vestigios de los molinos de trigo, la fábrica de Paños Bellavista y otros atractivos históricos más, pero se les ha descuidado pensando en la vocación turística por la que ha optado la comuna.
“Esta nueva transformación urbana de Tomé, hace que la ciudad vista desde una perspectiva aérea se asemeje bastante a otros paisajes costeros de Chile. Lo que implica una homogeneización del paisaje costero en algunos puntos a lo largo del país a través del desarrollo urbano y económico”, relató Ramírez.
Por cierto, esta homogeneización es perjudicial para el mismo turismo, porque impide a Tomé aprovechar las cosas que lo hacen diferente a otros balnearios de Chile, como Viña del Mar o Reñaca.
Para Alejandra Melgarejo, magister en turismo, el patrimonio es uno de los elementos más interesantes de un lugar. “¿Por qué se elige un lugar y no otro, es por sus características naturales, por su historia. Si Tomé, por ejemplo, es igual a Viña del Mar, entonces un turista de otra región preferirá ir a este último”, aseguró.
Desde el plesiosaurio a la industria textil, hay toda una historia que podría contarse a los turistas que vayan a las playas de Tomé, parte de su identidad y ojalá, de su futuro.
Y para ti, ¿cuáles son las historias más distintivas de tu comuna?