La zona del secano interior del Biobío, que antes fuera famosa por su riqueza y productividad agrícola, hoy tiene un serio problema. Sus suelos no son los de antes, y la erosión es una seria amenaza.
AUTOR: SEBASTIÁN HENRÍQUEZ
EDITORAS: ALEJANDRA YOBÁNOLO Y JAVIERA ZÁRATE.
Es difícil asociar el término “secano”, con otra cosa que no sea la sequedad, la aridez, la falta de agua o lo seco. Pero en Chile, llamamos secano a una zona de gran importancia agrícola.
Según la Comisión Nacional de Riego, existe el Secano Costero y el Secano Interior, y se ubican entre el embalse Rapel, en la Región de O’Higgins; y el río Biobío, en la región del mismo nombre. Son tierras que dependen del agua de la lluvia para mantener los cultivos, lo que las hace muy vulnerables en caso de sequía.
Se trata de una zona poblada desde hace mucho. En el secano se plantaron las primeras viñas del país y desde hace siglos, se cultiva el trigo. Al finalizar la época de la colonia, las ciudades del secano interior del Biobío, como Yumbel o Rere, destacaban por su riqueza. De hecho, en Rere se encontraba la importante Hacienda Real, propiedad del Rey de España. Allí se producían todos los alimentos que necesitaba el ejército colonial que constantemente se enfrentaba a los mapuches.
El trigo chileno se exportaba a Perú, California y Australia, pero siglos de explotación del suelo pasaron la cuenta. Según el Dr. Felipe Infante, investigador del Laboratorio del Antropoceno de la Universidad de Concepción, “hoy la zona del secano es un ejemplo de degradación del suelo”.
¿Qué es un suelo degradado?
Es una situación que ocurre cuando la tierra pierde su capacidad de sostener un ecosistema o un cultivo. Puede ocurrir por sobreexplotación, por erosión o por la contaminación. En los casos más graves, se crean cárcavas, que son agujeros donde el agua que normalmente nutre la tierra, simplemente se escurre y se va, causando más erosión en el proceso. Es muy difícil detenerlas.
Hoy la situación es preocupante, teniendo los secanos una baja productividad. Lo anterior, es una situación reversible mediante trabajo en las zonas, con estrategias que harían factible producir insumos como uva vinífera, frutillas, arándanos, árboles frutales y otros cultivos de alto valor.
Hay otra cosa además, y es que un suelo degradado no acumula agua, la deja ir. Esta situación es especialmente complicada en pueblos donde la lluvia es la única fuente del recurso. En Rere, el mismo poblado que en el pasado se hizo rico por su agricultura, hoy debe racionar el agua.
El alcalde de Yumbel, José Sáez, comuna donde se ubica este poblado, afirmó que se realizará un corte programado para no generar una sequía en el río del cual se abastece el pueblo. Así, todos los martes y jueves durante cinco horas, simplemente no sale una gota cuando se abre un grifo.
Parece un problema sin solución. Un suelo degradado no acumula agua, pero sin agua no se puede recuperar. ¿Qué podemos hacer?
Felipe Infante asegura que la clave está en la restauración de suelos. “Es un trabajo arduo, demora, pero hay ejemplos de resultados. En Yumbel, está el ejemplo del Centro de Educación y Tecnología, que han hecho un muy buen trabajo restaurando. En Florida, está el caso de la Avícola Chequén, que son pioneros en el uso de maquinaria de cero labranza”, agregó el investigador.
Junto a estas declaraciones, el doctor Infante mencionó que este proceso requerirá de mucho apoyo, pues la maquinaria cero labranza que ayuda a los cuidados del suelo, es muy costosa y no se condice con la realidad.
¡O sea, con apoyo y con un trabajo ordenado en equipo, se puede!
Y tú, ¿cómo crees que puedes contribuir a cuidar el suelo de tu comuna?